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jueves, 2 de septiembre de 2010

Fuegia:Historia de una novela

Sacarse de encima la Historia


Cuando yo decidí escribir sobre los indios fueguinos fue por una historia. Siempre hay una historia, una historia que marca...Yo me encontré con la historia de Jimmy Button, John Mister, Boat Memory y Fuegia Vázquez de manera accidental como siempre pasan estas cosas. Yo tenía tantas ganas de escribir sobre los fueguinos como sobre los venusinos. Pero un día encontré esa historia, que es bastante conocida pero que tal vez alguno de ustedes no conozca. Y que es muy simple: cuando el capitán Fitz Roy andaba con el Beagle en esas navegaciones que eran mezcla de espionaje británico y de misión hidrográfica (nunca se sabía dónde terminaba el levantamiento de plantas y comenzaba el relevamiento político de las costas), y que permitían tener las únicas cartas confiables en el mundo (si uno no quería ahogarse tenía que navegar con una carta inglesa), un día, al llegar a las costas de Tierra del Fuego, le robaron una ballenera (uno de esos botes que usan los barcos para desembarcar). Como represalia secuestró a cuatro fueguinos a los cuales bautizó, como corresponde porque los nombres de los nativos eran bastante difíciles de pronunciar y uno no puede andar perdiendo tiempo. Jimmy Button, creo, porque lo cambiaron por un botón de saco; Boat Memory, en memoria del bote; John Mister, que debía tener unos veinte años y Fuegia Vázquez que era una chiquita. Fitz Roy estableció una buena relación con ellos. Los fueguinos, con ese oído tan necesario para sobrevivir en el bosque de Tierra del Fuego, eran muy maleables para aprender idiomas. Entonces al poco tiempo conversaban con Fitz Roy.
Fitz Roy un día, en un inglés, decidió llevárselos a Inglaterra para educarlos. Y los llevó a Inglaterra, se los presentó a la reina, a los periodistas, Los llevó al zoológico, les enseñó a tomar el té. Fuegia Vázquez se convirtió en una dama. Cortaba la torta, manejaba la vajilla. Fueron a la escuela, los vacunaron. Ahí partió el primero porque la vacuna lo liquidó.
Nueve meses después, no se sabe cómo, el alcahuete que tenían los capitanes ingleses que es el segundo a bordo, la descubrió a Fuegia Vázquez en una situación amorosa, no sé de qué calibre, con John Mister, y le contó a Fitz Roy. Y Fitz Roy tuvo una enorme furia, tal vez un desengarño amoroso (nadie sabrá nunca si la quería como a una hija o como a otra cosa) y decidió que ahí terminaba la experiencia inglesa. Los agarró, los metió de nuevo en el barco y Los trajo de regreso a Tierra del Fuego. En ese viaje venía Darwin que fue un testigo privilegiado de lo que ocurrió. Testigo de cuando Jimmy Button no salía a cubierta si no era con guantes y con galera. Fitz Roy, entonces, los trajo a Tierra del Fuego, los soltó y se fue, con la idea de que ellos podrían irradiar la cultura inglesa en las costas fueguinas y convertir esto en una Nueva Inglaterra, en un país como la gente.
A los dos años volvió Fitz Roy a ver qué había pasado. A ver qué había pasado con los guantes de Button... Un desastre. Estaban desnudos de nuevo, engrasados hasta las patas porque era lo que les permitía sobrevivir al aire frío. Un olor... Y eso que Fitz Roy les había enseñado que no debían ponerse grasa de lobo, sobre todo cuando tenían que saludar a la reina. Jimmy Button había matado a un par de misioneros. Y ahí terminó el experimento.
Entonces, claro, yo me dije: con esto hay que hacer una novela. Si uno lo considera de entrada con entusiasmo, ya está la novela hecha, dije. Escribirla es una pavada. Y ahí empezó mi problema.
Esta era la historia, una versión de la historia, pero una versión bastante aproximada de lo que fue la historia. Tendrá otras variantes. Esta es la variante romántica. Fitz Roy se enamoró de Fuegia Vázquez. Era un buen tipo, estableció buena relación con los fueguinos, se los llevó a Inglaterra, los mandó a la escuela, los vacunó, se los presentó a la reina, los trajo, los dejó...
Tenía tema, principio, remate. Todo. Y ése era el problema. Y de tal calibre que a medida que trabajaba advertí que nunca iba a poder escribir esta historia. Porque era historia. Y que si yo iba a escribir alguna novela sobre los fueguinos me tenía que olvidar prolijamente de la historia y escribir otra cosa. Y ahí empiezan los problemas para un escritor. No es fácil abordar el pasado. Y en eso Saer tenía razón cuando, respondiendo a alguien, dijo que nos dedicábamos al pasado porque no nos atrevíamos con el presente...
¿Cómo habla un fueguino? ¿Cómo hace el amor? ¿De qué habla con la mujer por las noches?
Yo tenía que contar un genocidio. La historia de un genocidio. Eso se me instaló como un objetivo difuso. No podía ser una novela de denuncia, no podía ser una novela de barricada, no podía ser un alegato, porque se iba a convertir en algo demasiado grosero. Tenía que contar el espíritu de lo que pasó. Y tenía que estar Fitz Roy ahí de alguna manera. Pero una sombra. Tampoco Jimmy Button. Y tampoco Tierra del Fuego. Y ya me quedaba sin nada. Me quedé sin la isla porque la isla no está mencionada en ningún momento. Fitz Roy tampoco está mencionado. Y Fuegia Vázquez sólamente está mencionada en el título.
...El problema para los escritores que nos aproximamos a la historia es cómo sacarnos de encima la historia...



[Fuegia: La isla de los guanacos...]



Charla de Eduardo Belgrano Rawson aparecida en "La Política y la Historia en la ficción argentina. ©1995 Centro de Publicaciones Universidad del Litoral, Santa Fe, Argentina

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