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miércoles, 9 de junio de 2010

Las Gionelas: Un asunto diferente a las novelas


Las Gionelas: Un asunto diferente a las novelas



"Leer novelas se había convertido en leer letras sobre un papel, no en vivir la historia, no en sentir que mediante esa lectura se ensanchaba mi experiencia del mundo" Fernanda Trías



Como lectora de novelas comparto con Fernanda Trías su aspiración: Para mí también, leer novelas es un asunto de aprendizaje. Cuando escojo una novela, cuando la compro o saco de la biblioteca lo que quiero es aprender. Claro, no es sólo eso lo que pretendo, pero, para mí, leer una novela está relacionado con entrar a un mundo en el que no sólo encontraré una trama con acción y tensión. La novela permite la intromisión de otras formas, entre ellas la poesía, la reflexión, la mirada subjetiva. Aunque lo narrativo domine una buena novela es siempre un mundo complejo en el que el personaje se muestra junto con su mundo y las relaciones internas y externas que los dos establecen.



Diferente al cuento, que es un instante y en el que el personaje se muestra casi exclusivamente por sus acciones, en la novela hay tiempo para mostrar las reflexiones, los miedos, las emociones, los contextos, el desorden propio de la vida y el pensamiento, la contradicción y la inconsecuencia. La novela permite la quietud de la contemplación, de la descripción, de lo distensionado; lo lento.



Una de las razones por las cuales llevar las novelas de García Marquez al cine resulta siempre un fracaso es porque son realmente novelas: complejas, descriptivas, sutiles, reflexivas; en cierto modo, holísticas o con pretensiones de serlo. Quien escribe una buena novela debe utilizar mas recursos que mantener la tensión y trabajar con las acciones. La novela es una amalgama que narra, describe, poetiza, reflexiona, conoce, descubre y encubre. Por eso es una aventura cognitiva. Leer una novela es aprender un mundo, reflexionar sobre él, dejarse atrapar por unas relaciones lógicas, emocionales, semánticas y sintácticas, entre otras muchas.

Cuando, por traer un ejemplo, leemos "la insoportable levedad del ser" llegamos al mundo de las relaciones de pareja, del amor y su cotidianidad. En las páginas de Kundera no hay solo acción. Allí está presente la representación de un mundo en el que el lector conoce a los personajes, se identifica con ellos, los contradice, entra en discusión con ellos , los justifica, los analiza, los apropia e incluso, como el Quijote o Madame Bovary, dos grandes lectores de novelas, se convierte en ellos.



No pasa igual con una nueva “forma” de novela que es producto del mundo contemporáneo, y de la posmodernidad, a la que yo he llamado Gionela. Las gionelas son novelas que se escriben con la aspiración de que se conviertan en la base para una telenovela o una película de cine. En ellas lo que prima es la acción. Son como cuentos largos y lineales en los que el escritor trata un asunto , un sólo asunto y con una mirada simplificada. En las gionelas no hay espacio para el detalle, para la elucubración o para la descripción. Una guionela no deja respirar al lector, toda ella resuma acción, verbo, situación de riesgo advenimiento de climax.

Leer gionelas no es un ejercicio de conocimiento del mundo, tampoco es un ejercicio introspectivo o poético. Si la gionela es buena el lector sale de ella como cuando ha asistido a un triller de acción, un poco cansado por mantener la atención y pensando en alguna secuencia narrativa concreta o en una imagen, pero jamás sale reflexionando: la gionela no enseña, no permite aprendizaje. en ella todo está resuelto. Su único objetivo es divertir al lector.


Una novela genera la participación del lector, su intromisión, tanto así que Cortázar, en ese juego que es "Rayuela" lo hace explícito. El lector participa, negocia, decide, comparte, subvierte, obvia y recrea. La gionela trata al lector como un espectador, como un paciente, tal y como si estuviera frente a una pantalla.


No quiero decir que en este tiempo no existan novelas, las hay y muy buenas, sólo que también emergen las gionelas y que sería bueno comenzar a diferenciarlas, a darles su espacio dentro de la narrativa. Obviamente son un subgénero y debe ser tratado como tal. No se trata de desconocer esta práctica de escritura. Yo decido por ser lectora de novelas, algunos gustaran más de las gionelas, pero en cuanto a los concursos de novela, sería muy bueno tener en claro que una gionela no puede competir con una novela, son formas narrativas diferentes y cada una merece espacio aparte. Realmente me molesta que quien escribe para responder a las leyes del mercado termine ganándole a aquellos escritores que se han esforzado por hacer un trabajo elaborado, bello, y sublime. Contrario a ese humor fácil, la ironía ramplona y la pretensión de reducirlo todo a acción y tensión que impacten al lector y manipulen sus emociones tan comunes en la gionelas nacionales.

Martha Fajardo Valbuena

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